Justo en ese momento pasa por allí el Gran Almirante de la marina de guerra sueca (vamos, el CEO) y al ver espectáculo, manda llamar al capitán inmediatamente:
- Capitán, este es el buque insignia de nuestra flota. Deje de hacer el ridículo en el puerto y salga al mar, que es donde esta nave debe estar.
¡Y que su tripulación deje de correr de un lado a otro del barco ahora mismo! ¡Está medio Estocolmo mirando!