Mi mayor crisis vendiendo online (de la que nació esta EcommLetter)
Todo iba bien en mi tienda online… hasta que dejó de ir. No lo vi venir. Y casi me voy a la quiebra. Te cuento mis errores PARA QUE NO TE PASEN A TI 😱
Esta es una historia real, personal y dura.
Eran las dos de la madrugada de un día gris del complicado invierno de 2008.
La “crisis de 2008” había hecho estragos en mi negocio de ecommerce.
Había puesto en situación de supervivencia a mi “imperio digital”, como solía yo llamarlo, medio en serio, medio en broma.
Así que yo andaba en mi oficina, a esas horas de la madrugada, repasando el inventario de mi tienda y haciendo números. Buscaba un milagro que no llegaba.
Las estanterías de mi almacén eran como un tetris de cajas mal organizadas y polvorientas; y cada golpe de mi pistola de códigos de barras taladraba la poca cordura que me quedaba.
Esos productos no tendrían que estar ahí, estancados. Tendían que estar ya vendidos hace muchas semanas.
Para entonces, yo era fundador, servicio técnico, programador, mozo de almacén y departamento de terapia, de mi tienda online; todo en uno. Todo el peso caía sobre mis hombros; ya no había nadie más a quien echar la culpa.
El “playbook” del ecommerce del momento —SEO, ads baratos y emailings masivos— había funcionado bien… hasta que ese año, por la crisis, dejó de hacerlo 😱
Primero se desplomaron los clics.
Luego las ventas.
El stock se acumulaba sin rotar,
al igual que las facturas pendientes de pago.
Yo sabía “mucho” de ecommerce. Pero no supe reaccionar.
Llegando al final de año, la cuenta del banco dijo basta. Estaba vacía.
Y entonces llegó esa llamada:
“Necesitamos que saldes la factura antes del viernes, o paramos el suministro.”
Colgué, miré las torres de stock sin vender y sentí cómo el suelo se convertía en arena movediza. Un vacío me consumía poco a poco, desde el corazón.
Las cajas de cartón no servían para comer. Y yo tenía que dar de comer a mi hija.
En cuestión de semanas había pasado de de firmar albaranes de entrada de mercancía con una sonrisa, a contar monedas para ver si podía pagar la luz.
Y dormía con el móvil bajo la almohada —no por vicio, sino porque cualquier aviso nocturno, cualquier imprevisto, sería el último clavo en el ataúd de mi “imperio” digital.
Fue una época muy difícil.
Yo no era solo un emprendedor en apuros; era un padre que no quería admitir que su “imperio digital del ecommerce” era poco más que un castillo de naipes.
Esto es lo que nadie te cuenta: cuando tu caja se queda vacía, tu identidad entera también entra en números rojos. Tus sueños se desvanecen.
¿Qué pude aprender de todo aquello?
Mucho, déjame que te cuente.
Cómo convertí los restos de ese “naufragio” empresarial en un transatlántico insumergible
⏩ Fast forward a junio de 2025.
Amanezco sin sobresaltos. El dashboard de ventas online me saluda con cinco dígitos y un guiño. Casi todos los canales de venta van bien; alguno está en naranja, pero nada preocupante. Navegamos a velocidad de crucero.
Llevo más de 20 años vendiendo online y acumulando experiencia.
Aprendí mucho de aquella crisis de 2008. Me rehice. Volví a cometer muchos errores, muchas cicatrices que me siguieron enseñando.
Y supe crecer con cabeza en los años posteriores de boom del ecommerce DTC.
Hoy todo lo importante en mi ecommerce está sistematizado:
Un equipo 3PL remoto en Guadalajara, que empaqueta sonrisas en cada envío, antes de que yo termine el primer café. Son unos cracks.
Una atención al cliente ninja que resuelve mágicamente los problemas, sin que yo me entere de nada. Hay IA, hay personas, hay procesos. Todo funciona.
Automatizaciones que vigilan precios, inventario y devoluciones como sabuesos sin sueldo. Y un equipo humano que vela por ello y decide, con profesionalidad.
Varias líneas de negocio distintas y varios canales independientes para que, si uno sufre, los otros salvan el partido sin sobresaltos.
No vivo en un cuento de hadas. Vender online muy es difícil.
El algoritmo cambia, la competencia aprieta con precios imposibles, el consumo baja y la logística aún tiene sentido del humor y te juega malas pasadas. Por no hablar de la regulación europea, que no para de poner palos en la rueda.
Todo es un campo de minas.
Así que no bajo la guardia.
Pero ahora los golpes externos ya no atraviesan el casco; hay sistemas que lo impiden. Sólo hacen algo de ruido, mientras seguimos navegando a 35 nudos en el nuevo buque.
Y ese ruido, esos golpes que a veces llegan, me recuerdan cada día por qué sigo aquí, dándole a la tecla: para evitar que otra persona viva mi pesadilla de 2008.
Y de esas cicatrices nació la “EcommLetter”.
Lo que ahora me motiva es ayudaros a vosotros a crear historias de éxito en ecommerce. Os lo digo de corazón.
Quiero ayudaros. Quiero que no paséis por lo que yo tuve que pasar.
Y la EcommLetter es mi altavoz.
Cada domingo abro la caja de recuerdos de mis fracasos y éxitos:
la estrategia que casi duplicó el ticket medio, pero que luego se cargó el margen,
el error que le costó un Black Friday entero a un colega de Birmingham,
la herramienta que salvó la campaña de rebajas aquel año, y sucesivos ;)
la táctica que pensé para en ese nuevo canal emergente… que fue un desastre.
Todo sirve para ilustrar una enseñanza clave del ecommerce. Son historias con barro, cifras y un toque de “esto sólo lo cuenta quien se ha chamuscado”.
Historias que buscan evitarte los errores que yo cometí.
Y lo hago encantado, sin esperar nada a cambio.
Ante ti tienes dos caminos:
Si vendes online, tu futuro se parecerá a uno de estos dos vídeos virales:
Making of de un negocio rentable, resistente y libre de esfuerzos absurdos. Nada de pitidos del lector de códigos de barras a las 2am.
De fondo sólo puede sonar música de “Eye of the Tiger”
Un reel frenético de noches sin dormir, ojeras, inventario con telarañas y anuncios en Instagram que queman billetes y traen cero ventas. Esto es lo que te quiero evitar, que ya lo sufrí yo.
El desenlace no tendrá mucho que ver con el esfuerzo que le metas. Créeme si te digo que en 2008 le metí todo el esfuerzo humanamente posible; y aún así naufragué con mi ecommerce. El tema no va de esfuerzo.
La diferencia entre esos dos escenarios: una idea bien ejecutada, una herramienta acertada, una advertencia que llegó a tiempo y te hizo reaccionar.
Eso, exactamente, es lo que recibirás en la EcommLetter:
Estrategias para vender más y mejor, pero validadas hoy; no teorías caducadas de cuando el dropshipping parecía funcionar.
Consejos, ideas, trucos, compartidos en privado, en la trastienda de la newsletter, que no ves desde fuera. Pero que estoy deseando enseñarte.
Una comunidad de apasionados del ecommerce como tú y como yo, que responde a tus preguntas antes de que ChatGPT te maree y te lleve por el camino de lo mediocre.
Mi objetivo es que acabes escuchando de fondo “Eye of the Tiger”.
Que triunfes como Rocky Balboa 🥊
¿Te suena bien?
Pues deja tu email aquí, apúntate gratis y sé bienvenido a la EcommLetter:
El próximo domingo tendrás en tu bandeja una historia que podría ahorrarte meses de ensayo-error —o al menos arrancarte la carcajada de “vale, no soy la única persona que la ha liado así en mi ecommerce”.
Me muero de ganas por verte al otro lado.
Un abrazo,
Pablo Renaud
Detrás de las historias de éxito a menudo hay historias de fracaso que en su momento fueron punto de inflexión, o como dicen los traders, con ese pullback. Me siento muy identificada con tu relato, Pablo. Enhorabuena por haber reconvertido la situación, y agradecidísima de que compartas tanto conocimiento y aprendizaje.
Muy buena historia y experiencias acumuladas Pablo :D
A los años miras en perspectiva y es algo brutal. Vamos a por muchos años más vendiendo online!